¡Música, maestro! - Versailles

Este jueves: relatos que tengan algún elemento musical, que la música sea la protagonista de la historia. [Este relato está inspirado en la banda japonesa Versailles perteneciente al subgénero Lolita Kei] 


~ Sayônara ~ el primer tour de la banda japonesa OreSama se despedía de su última presentación en Auckland (Nueva Zelanda) en una de las más prestigiosas arenas de la gran ciudad. La agrupación era tan conocida que sus melodías llegaron a todas partes del mundo, gracias a la innovación de la fusión Metal Sinfónico y rock progresivo que enloquecen a sus fans y agotaban las taquillas.

"Ohayōgozaimasu, shinpu, shinshi", - saludo una voz cálida y comenzó a sonar una guitarra distorsionada a la vez que salían con espléndidos trajes rococó-burlesque. Las incontables multitudes eufóricas gritaban su nombre. Cuando se atenuaron las luces en el escenario se dejó escuchar un colosal estruendo.

Las pantallas comenzaron a brillar con luces technicolor y melodías oníricas electrónicas hicieron crecer la agitación. En ese instante las plataformas de una nave steampunk los subió hasta quedar en un ámbito cósmico, con una coreografía postapocalíptica. Como era de esperar, arrancaron con su mayor éxito Beast of desire, con el que desataron un viaje de clímax jubiloso.

Al cabo de más de cuatro horas de música y en pleno éxtasis un shock electromagnético se apoderó de los sentidos audiovisuales del grupo. Dashiki, el cantante quedó estupefacto al ver que todos ellos se habían transformado en hologramas 3D sintetizados.

- Algo no está bien. - musitó con voz intermitente e intentó preguntar al baterista que estaba pasando, pero la energía del público no se lo permitió.

Enseguida, el ímpetu de los gritos enfermizos de los fans en demencia colectiva, arrastró a Dashiki como un magneto hacia la multitud, su cuerpo transparente y luminoso, logró momentos de desconexión real con sus espectadores. Él, abrazó a una fan que lo filmaba con su celular, pero al contacto, una descarga eléctrica lo paralizó, dejándolo atrapado entre sus regordetes y electrocutantes brazos.

- !Suéltame! !Suéltame! - gritó, sintiéndose impotente y aterrorizado.

- ¡Dashiki, despierta! llegamos a Ōsaka. - le dijo el bajista, sacudiendolo por los hombros, justo al momento cuando el avión aterrizó.



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