ELDE - reto 17

Describe tu día a día como si fueras un zombie.

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- Este corazón es para ti. - murmuró, alargando sus escuálidos brazos para entregarme el órgano aún latiente.

!No lo puedo creer! el chico más guapo del Apocalipsis zombie se a cruzado en mi camino esta mañana. Su rostro demacrado con ojeras color ceniza sonríe, y sus mejillas pálidas se esfuerzan por enrojecer. Ante su timidez, me acerco y acaricio su cabeza totalmente desprovista de cabello, y deposito un beso entre sus labios descarnados. El dolor en mi estómago es intolerante. Otra vez esa punzada, aguda y sofocante me deja desorientada. El da un paso hacia mi, se acerca tanto que aun puedo distinguir el olor fétido de la piel.
- ¿Estas bien? -

-Si... si, claro - logró decir, mientras una sustancia repulsiva y sanguinolenta sale de mi boca. Levantó el rostro hacia él y veo resbalar una especie de lágrima negra por uno de sus ojos amarillos.
-  Ya no hay comida en la  bahía. !Debes comerte este corazón! Fue lo unico que encontre por la barriada.  -
-  Gracias. Pero no quiero perder el hilo de los recuerdos. Por eso, comeré solo cerebros frescos. - respondí, y continuamos el viaje entre hordas de zombies que se arrastran por doquier, babeando sangre y derramando sesos y tripas.

Amaneció, estamos muy cerca de Hazel Bridge, pero hay varias barricadas. El pueblo está fuertemente custodiado por un amplio número de militares. Veo su rostro, mientras sus ojos desorbitados adquieren un matiz lechoso. De repente, mi cuerpo se crispa por el dolor más abrumador y agudo que jamás he sentido; comienzo a toser sin control, y escupo en el suelo una masa de sangre y otros fluidos orgánicos.

Hemos pasado tres días tratando de poder ingresar, todos con frustrados intentos. Esta tarde luce sombría y triste. Por alguna razón, hago un esfuerzo por recordar a mi familia; quizá en un intento por ignorar la extraña sensación que estoy experimentando. Inútilmente.

Solo puedo sentir el olor de su masa encefálica, y las tripas que aúllan desde mi pútrido estómago.Un fuerte impulso me obliga a lanzarme sobre él, destrozó su cuello y dejó sus venas expuestas. Él, solo jadea de improviso, arqueándose hacia arriba. Me mira, y me estremece ver la mirada de su inmutado rostro segun lo voy devorando.

El sol, cabizbajo, se hunde en el horizonte.


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